La Perla
-Ensayo alrededor del campo-
“El arte desmonta y vuelve a montar la historia para montar su tenor político”.
Bertolt Brecht.
Idea
Re-presentar el ex Campo de concentración de La Perla en Córdoba Argentina, a través de un ensayo audiovisual que, mientras nos conecta sensorialmente con el espacio, permite plasmar una idea acerca de cómo mirar las huellas que quedan en él desde el presente.
Sinopsis
A casi cuarenta años del terrorismo de estado en Argentina, el presente se materializa como un tiempo propicio -por la posibilidad de tomar distancia y pensar- para reflexionar sobre lo sucedido.
Este proyecto se plantea nuevas formas, bordeando la frontera de los discursos ya conocidos.
La propuesta para este singular momento, es un ensayo audiovisual que dé cabida a una decantación del pasado reciente, una reflexión que desde las imágenes encauce lo sensorial. Un desafío donde lo importante no sea preguntar o responder, sino sentir, re-presentar lo sucedido.
En este sentido nos interesa elaborar una dinámica propia de lenguaje. Pensar el proyecto de modo tal, que su aspecto formal no preexista al contenido.
La composición -el todo arquitectónico- ha de ser una invención que comprometa toda la originalidad del autor y que “hable” por sí misma.
El proyecto plantea un documental basado en panorámicas en planos secuencias de 180° alrededor del campo de La Perla -el mayor centro clandestino de detención y tortura del interior del país- .
La película es un gran bucle de planos secuencias unidos con bloques de espacio-tiempo en negro a modo de transiciones.
Es un ejercicio de experimentación matemática, una obra de relojería que visualiza La Perla desde afuera hacia adentro.
La imagen crece desde el verde-amarillo de los campos que rodean al lugar y va acercándose hasta introducirse en el centro propiamente dicho.
En otra línea del timeline un paisaje sonoro. Una banda de sonido conformada por notas musicales en forma de microtestimonios, ruidos, de sonidos ambientes.
La película plantea una revisión del acto de mirar los campos de concentración a partir de un ensayo cinematográfico denominado “La Perla”.
Información básica
El Campo de La Perla está ubicado en Córdoba Argentina sobre la Ruta Nacional N°20 que une esa ciudad con la de Carlos Paz, a metros de pasar el puente que conduce a la localidad de Malagueño.
Entre 1976 a 1978 funcionó como Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio:
El 24 de marzo de 2007 el Gobierno de la Nación desalojó al personal militar y cedió este predio a la Comisión Provincial de la Memoria de la Provincia de Córdoba. El predio actualmente es un sitio de memoria.
“La Perla” fue el epicentro de la política de desaparición forzada de personas en la provincia de Córdoba. A partir de los testimonios de los sobrevivientes e informes de los organismos de derechos humanos, se pudo reconstruir que por este centro pasaron entre 2200 y 2500 personas.
El aislamiento y despojo de todas las dimensiones de lo humano a que fueron sometidos los detenidos desaparecidos y los ribetes que alcanzó la práctica represiva, convirtieron a este centro en uno de los pilares del plan sistemático de exterminio que impusieron las Fuerzas Armadas en todo el país con la última Dictadura militar.
Tratamiento audiovisual
El desafío de esta película es lograr crear imágenes en movimiento, que posiblemente no puedan ser observados por el ojo humano. Buscamos imágenes no vistas aún, planos, fuera de lo común. Queremos representar un hecho que difícilmente encuentre explicación.
Es una película netamente de dispositivo que funciona por su configuración formal y donde su contenido narrativo es subsidiario a esa formalidad.
El dispositivo cinematográfico, a través de las imágenes que se van sucediendo y entrelazando, contiene todo lo demás. La cámara es quien prepara el terreno, dando un espacio, una caja de resonancia a la banda sonora, que será una pieza musical, de sonidos ambientes, de micro testimonios.
Un paisaje sonoro de la duración del relato compuesto por: ruidos, sonidos de animales, trinar de pájaros, rumor del paso de los autos en la autopista cercana, sonidos inherentes al espacio: puertas que se abren, vigas que crujen, máquinas que trabajan, pasos, una palabra, el murmullo de una canción a lo lejos. Adaptando el ritmo del montaje al tono y al fraseo de estos elementos sonoros, en función de códigos culturales de la emoción y del movimiento, se genera un efecto empático. Es decir expresan directamente su participación en la emoción de la escena.
En esta película nos proponemos trabajar en la utilización del sonido ambiente, generando un efecto anempático, que muestre una indiferencia marcada ante la situación, progresando de manera regular e ineluctable.
Y sobre el fondo mismo de esta supuesta indiferencia se desarrolla la escena, se sucede la cadencia de bloques espacio-temporales que deconstruyen el sitio.
Lo que tiene por efecto, no es la congelación de la emoción, sino, por el contrario, su intensificación, haciendo eco al inscribirse en un trasfondo que al continuar inmutable, lo contiene, lo alberga. Es esta la sensación que nos transmite la escucha de los sonidos que se desprenden del campo en la actualidad, su presencia continua y extendida, lo que aún persiste en él, a pesar de lo sucedido.
En este sentido rodea la película el rumor de autos transitando la autopista que circunda el predio, el paso incesante de los mismos que nos conecta con el espacio de paso público representando lo cercano e “irreal” de la presencia del campo.
“El campo de concentración, por su cercanía física, por estar de echo en medio de la sociedad sólo puede existir en medio de una sociedad que elige no ver, por su propia impotencia”. Pilar Calveiro Sergei Losnitza ha filmado, desde la radicalidad de sus propuestas distintos espacios de la ex URSS. Así la película que nos sirve de referencia es Landscape (2003).
En este ensayo nos acercamos a Losnitza resignificando su propuesta a partir de grabar con una Canon 5D Mark II para aprovechar todo su ancho de banda y con una lente gran angular que pueda profundizar el detalle en las panorámicas, mientras potencia la imagen cinematográfica.
En 180° los planos recorren espacios, playones, habitaciones donde la tortura se hacía presente y se van cerrando para terminar en la humedad, en las marcas de sus paredes, los detalles de sus puertas, sus arcadas, los nimios detalles del paso del hombre ante el horror. Y mientras la imagen recorre los espacios, en off, la banda sonora define el peso dramático de la película -puntos de giro, transiciones, pausas y silencios-. El planteamiento visual y sonoro de la película busca movilizar al espectador, abrirlo hacia una experiencia sensorial.
“Los planos de los campos de concentración parecen graficar esta idea de la compartimentación como antídoto del conflicto que permean todo el proceso. El campo mismo como un compartimento separado de la realidad”. Pilar Calveiro
Motivación
Serge Daney: “¿Cómo se representa la historia?” “¿Dónde descubrir la moral de las imágenes, dónde empieza el cine y dónde termina la obscenidad del acontecimiento?
Extraño bautismo de imágenes: comprender al mismo tiempo que los campos de concentración eran verdad y que la película era justa… Gracias al cine supe que la condición humana y la carnicería industrial no eran incompatibles y que era imposible amar el arte del siglo, sin ver ese arte trabajando para la locura del siglo y trabajado por ella” La clase de discurso que nos interesa producir podría enmarcarse alrededor del término “postmemoria”, el cual han acuñado muchos estudiosos de las obras de los descendientes de las víctimas del Holocausto. En este sentido, “si bien la post-memoria vendría definida por las mismas lagunas e imposibilidades de las que adolece toda representación anamnética, a ellas tendría que sumarse la doblemente problemática relación que los discursos que se agrupan bajo su etiqueta mantienen con esos sutiles pretéritos y que se explica por la distancia generacional de sus autores”.
Esta pared que nos aleja a esta generación del retrato sin fisuras del pasado es el muro de contención que sustenta nuestro discurso, el desafío que nos motiva a realizarlo.
Refiriéndonos a un pasado histórico que no hemos vivido en carne propia, necesariamente nos vemos abocados a instalarnos en el vacío. Es por esto que otorgamos a la falta, un valor de verdad y compromiso mayor al que tradicionalmente se le concede al discurso pretendidamente mimético al lenguaje articulado, explicativo.
En este sentido, enmarcándonos en cierta “narrativa del duelo”, nos interesa indagar en un planteo que opere desde lo sensorial, sin recurrir explícitamente a testimonios o documentos que certifiquen lo que públicamente se conoce que ha sucedido y que hemos visto legitimarse mediante diversos procesos sociales, judiciales, mediáticos y políticos en las últimas décadas.
Es decir, que lo que buscamos es lidiar con dicha realidad redundante, generando una dinámica de lenguaje que favorezca una digestión. Un procesamiento, de los extensos discursos explicativos, ampliamente instalados en nuestro inconsciente colectivo como sociedad. Consideramos que este efecto es posible, justamente porque el contexto en el que produciríamos la obra así lo propicia.
De este modo, a esta película no le interesa recuperar la verdad empírica del suceso al que se refiere -la tortura y desaparición sistemática de personas- sino, indagando en ese hecho irrecuperable, producir, desde el presente, un acto cinematográfico.
Por un lado, hacer cine con lo innombrable de la experiencia de los sobrevivientes, formando una totalidad sonora cuya textura propicie un efecto catártico. Por otro lado, darle cuerpo a una ausencia; filmar el espacio que albergó dichos acontecimientos de horror, desde el presente.
Indagar entre huellas, explorar rastros imprimiéndoles una cierta mirada; la visión de quien pretende hacer eco de voces e imágenes fantasmagóricas que nos conciernen a todos como sociedad, para contribuir a exorcizarlas en la medida de lo posible.
Ya que coincidimos en que “la memoria es constitutivamente una falta. Y es por lo que falta -y no por lo que sobra que se organiza la historia… Lo que sobra, el excedente, es lo que se vende en el mercado. Y el mundo de hoy es un gigantesco shopping de memorias inútiles que no nos permite interrogar nuestras propias faltas.” (Eduardo Grüner)
Motivaciones Personales
Yanina German
Al convivir con la generación que me precede, de mis padres, detecto ausencias ligadas a la desaparición de personas, proyectos, ideas, redes sociales, formas de ser y hacer. Esa falta pasa a ser un significante vacío en el mar de memorias pre-digeridas disponibles para ser consumidas en los circuitos mediáticos, hegemónicos. Teniendo una historia personal y familiar afectada por esas pérdidas, el desafío que me motiva es trasladarme hacia el sitio donde lo ocurrido ha dejado huella en concreto, en mi propia ciudad. De ese modo, construir la propia memoria desde la experiencia, dejando que esas marcas coercionen el propio cuerpo. Y desde ese lugar (y no otro) construir un discurso que, lejos de querer llenar ese vacío, haga eco en él a través de un acto de expresión que resignifique lo que queda, lo que sigue.
Pablo Baur
Mi compromiso como cineasta parte de un compromiso primero para con mi persona, con mis deseos y con el cine que hago, cine de lo real.
Existió un campo de concentración en mi ciudad y no soy indiferente a ello. Me he trasladado miles de veces por la autopista que circunda al campo, he pedaleado por sus alrededores, me he preguntado que pasaba allí.
Hoy puedo completar mi mirada hacia ese lugar, desde mi percepción, mi incompleta mirada, desde una distancia generacional, con un compromiso crítico hacia los discursos hegemónicos y para con una forma discursiva.
En este momento que vivo siento que una película como la que planteamos encaja perfectamente en mí, busco nuevas imágenes, me sitúo en una heterodoxia argumental. Desde aquí la creación fluye y se hace presente, desde aquí intento dar mi punto de vista comprometido con lo real.